Ciudadanos del Mundo

                                                     

Tener que adaptarte a otra cultura, otras costumbres y otra comida sin haberlo elegido fue muy frustrante y me lleno de mucha impotencia y bronca, que obligadamente tuvo que transformarse en resignación.

Estando tan lejos y sin esperanzas de volver, me encontraba en la situación de extrañar tanto mi país sintiéndome despojada no solo de mi identidad que recién se empezaba a formar con la adolescencia si no que era muy difícil entender la situación y por el contrario tener que resignarme a perder mis mejores años trabajando en un lugar totalmente desconocido para mí y sin amigos, aumentaba mi frustración. Lo que mas necesitaba y deseaba con todas mis fuerzas era continuar estudiando.

 

Tener que empaparme de información sobre los papeles que lleven finalmente a sacar el documento era tedioso y sacarlo fue una tarea titánica que llevaría muchos años, en los cuales pase por momentos muy desagradables y desplantes por ser una indocumentada. Tener que identificarme únicamente con el pasaporte me demostraba a diario que yo no pertenecía a ese nuevo país.

Una vez habiendo conseguido sacar el ansiado documento decidí estudiar una carrera. Me fue muy difícil, me encontraba en un país ajeno al que culminé mis estudios y si bien un poco recordaba de lo que había estudiado en mi país de origen no era suficiente para ingresar a la universidad luego de tantos años de haber dejado la escuela. Había perdido mucho del entusiasmo, ilusión y energía que acompaña la adolescencia con la que contaba, que en mi caso, una realidad aplastante de migrante se la había llevado, cortando mis alas, impidiéndome volar. Nada quedaba de ese mundo que creí me comería en aquellos años, sentía como si mis pies tocaran el suelo de golpe haciéndome ver mi realidad y con lo que contaba en ese momento.

Mi madre con su amor incondicional fue mi gran apoyo y siempre me tendió una mano para aminorar el impacto que esta situación causaba en mí.

Bajo mi experiencia pude identificar algunos aspectos importantes que pueden ser tomados en cuenta por las personas que viven la realidad de dejar sus países o comunidades en general.

 

La edad un factor importante

Dejar tu país siempre es complicado ya que dejas de lado tus querencias para darle paso a un conjunto de nuevas experiencias que vienen cargadas de emociones diversas. No sabes lo que te espera pero tienes tus expectativas a cuestas, tienes la emoción de conocer un nuevo lugar y nuevas personas, tienes la tristeza de dejar familiares y amigos; y además de ese miedo que conlleva nuevos retos.

Cuando mi familia dejó nuestro país, apenas estaba en la adolescencia y como les conté líneas arriba, muchas cosas cambiaron para mí en una edad donde estás con ganas de comerte el mundo y te sientes invencible y eterno, como si no fueras a envejecer jamás.

Una de las cosas que agradecí es que estuve con mi familia en esta travesía y por ello también pude percibir las diferencias que existían al afrontar esta nueva aventura a nivel generacional.

Mis padres hacían lo que ellos consideraban que era lo mejor para la familia en general. Pude apreciar claramente como estar fuera de su país afectaba en sus emociones. Los veía a veces frustrados por no lograr lo que ellos pensaban y en otro momento dando la fuerza necesaria para que nosotros no cayéramos en la desilusión. Fue difícil para ellos, los documentos siempre fueron una complicación, el asentarnos en un domicilio fue complicado, lucharla día a día para salir adelante y poder alimentarnos y educarnos era todo un reto. Pero aún así fuimos logrando los objetivos poco a poco, en un proceso complejo con altas y bajas.

Al momento de nuestro viaje, mi hermano menor apenas tenía seis años y aunque se enojaba por todas las cosas que vivía y que ya no eran tan cómodas como en nuestro país de origen, pudo adaptarse mejor, ya que fue a la escuela y se educó como un ciudadano más del país que nos acogió. Sin embargo, no estuvo exceptuado de sufrir el bullyng de otros niños por su nacionalidad diferente. Fue obvio que también tuvo que luchar sus batallas, como todos en general lo hacemos en la vida, pero logró la adaptación de una manera más rápido que el resto.

Para mí, fue un tanto más complejo, como narré en la introducción, me alejé de mi país en una época donde todas mis expectativas estaban en mis estudios, si bien mi país en esos momentos atravesaba una compleja situación, que es la causa por la cual mis padres deciden que migremos, yo lo percibía distinto y a pesar de tener muchos deseos de quedarme en mi país no podía manifestar mi opinión, era menor de edad y debía partir con ellos.

 

 

Creando mi mundo

Uno de los aspectos que más me sirvieron para afrontar el alejamiento de mi país, fue sin duda crear mi mundo, alejada de los problemas del día a día. Mi refugio era mi cuarto, era mi búnker que me daba seguridad y fuerza para afrontar los difíciles momentos que atravesaba.

Ese pequeño espacio se convirtió en mi jardín de ensueño. El lugar de calma, donde existía la música que me encantaba, la decoración que me hacía ver todo mejor, los libros donde me llenaba de conocimientos valiosos y esos aromas con los que me encantaba ambientar ese espacio único y que era solo mío e inundaba mis sentidos.

Cada uno tiene sus preferencias. Nuestros sentidos, eligen aromas, sabores, imágenes, sonidos y texturas. Reconocerlos es muy importante, ya que al percibirlos, le da a tu mente la sensación de satisfacción. Y tú, ¿Cómo creas tu mundo?

 

Tiempo de empoderarse

Cuando vas dejando de lado las lamentaciones, las culpas, la opinión de los demás, poco a poco vas forjando una fuerza que te hace afrontar los retos con mayor optimismo y seguridad. Vas evaluando tus actos y te das cuenta de que todo lo que viviste, sea “bueno” o “malo” te ha servido para que ahora seas mucho más fuerte. Reconoces que cada experiencia fue un manantial de aprendizaje.

En esta última parte, narraré algunas experiencias vividas fuera de mi país, que a pesar de parecer duras o difíciles, me enseñaron a ser la persona que soy y de la cual me siento orgullosa.

* Trabajar 12 horas diarias en un taller de costura.

Fue una de las experiencias más difíciles que afronté en mi vida en plena adolescencia. A tan corta edad, era una indocumentada que en vez de estar estudiando o divirtiéndose con sus amigos, se puso a trabajar para ayudar a su familia. De esto aprendí que a veces la vida te presenta retos, pero con perseverancia, que es una de las habilidades más importantes para desarrollar, logré superarme y sacar a mi familia adelante. Gracias a ese trabajo conseguí uno para mi papá e interactué con personas que entre conversación y conversación nos llevó a un contacto para elegir el lugar donde vivir. Sin duda, interactuar es otra herramienta importantes para lograr nuestros objetivos.

 

* Combatiendo el rencor.

Si bien en un momento sentí rencor por estar en un país al cual no elegí migrar y que también repercutió en mis padres que sin preguntarme me llevaron, sacrificando mis anhelos y aspiraciones, encontré en la adaptabilidad una forma de salir adelante, haciendo mio un país con su cultura y costumbres distintas a las mías.

* Haciendo mía esta nueva tierra.

Una de las cosas que me me ayudaron a ir integrándome poco a poco a este nuevo país fue mi madre, mi gran aliada, quien me puso a estudiar y me conecto a lugares para interactuar con personas de este nuevo país y sin darme cuenta me encontré amando esta nueva tierra con sus costumbres, festividades, platillos y su gente. Al estudiar en la universidad me empape mas en su historia e hice mio a todos sus héroes y mártires.

Definitivamente ya había incorporado esta nueva tierra a mi vida y ocupaba un lugar dentro de mi corazón, el cual me dio ese sentido de pertenencia.